lunes, 23 de junio de 2014

Más leyendas...


Soy Demetria, tengo 14 años y esta historia es real, me sucedió hace dos años cuando me fui de vacaciones con mis padres y mi hermano Brian. La habitación mía y de mi hermano en la cabaña era fría, oscura y conciliar el sueño se nos volvía imposible, aun más con la risa cínica que provenía de la vieja radio de mi padre que estaba sobre mi mesa de luz......Me senté y prendí la luz de la veladora para poder apagar la incesante risa, pero al tener en mis manos la pequeña radio logré ver que no tenía pilas. Asustada por esto dejé la radio en su lugar y me volví a acostar pero me sorprendió el hecho de que la risa ya no se escuchaba, observé la hora en el reloj antiguo que colgaba de la pared eran las tres de la mañana.
Al otro día me senté en el comedor con mi madre y mi hermano hablando de diversos temas aburridos,
- Ayer en la noche escuché el sonido de una risa... - dijo mi madre restándole importancia mientras yo la miraba con toda la atención del mundo pero en ese momento un sonido en la puerta hizo que todos volteáramos a ver al hombre que desde el marco de la puerta sonreía macabramente "A la hora maldita se escucha su risa, dicen que ha logrado su cometido... quizá matar a alguien" dijo mi padre para luego depositar la leña que nos traía en el suelo.
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Era una noche sombría y brumosa. A Denise le costaba mantenerse despierta. Iba por una carretera desconocida y fuera llovía. Su nivel de ansiedad aumentaba cada vez más ya que el nivel gasolina comenzaba a ser peligrosamente bajo y no tenía ni idea de dónde se encontraba la ciudad próxima.Finalmente, justo en el momento en el que iba a parar el coche para pasar la noche y dormir, percibió una pequeña estación de servicio a un lado del camino. Parecía un poco abandonada pero tenía luz, había vida. Paró en la estación. El empleado de la misma dio la vuelta al coche y parecía estar muy distraído. Denise no se sentía bien a su lado. Finalmente reaccionó, pero le pidió que abriera el capot, ya que según él el coche hacia ruidos extraños.
Su ansiedad empieza de nuevo a aumentar porque se da cuenta que está sola en esa pequeña estación de servicio mugrienta en medio de la nada y que el empleado encuentra cualquier escusa para no dejarla ir. Él empleado le pide a Denise que se acerque para ver el motor ya que quiere mostrarle una cosa. No sabiendo demasiado qué hacer, Denise se acerca preguntándose para ella porqué no empieza a gritar.
Tan pronto llega delante del coche, él la coge del brazo y le dice: “¡¡Este coche necesita una reparación!! ¡¡Acompáñeme a la oficina!!” Tras eso, le pone la mano tapando su boca y la arrastra con fuerza al interior de la oficina. Ella comienza a morderle la mano mientras él tira de ella hacia el interior de la estación. Una vez en el interior, él la suelta y le dice que hay un hombre acostado sobre el asiento trasero de su coche, que por eso la trajo al interior y que debe creerla. Pero Denise, aterrorizada y sin creer lo que dice, escapa corriendo hacia su coche huyendo de él a toda velocidad. Se mete en el coche, arranca a toda prisa y sale despavorida de la gasolinera.
Al cabo de unos minutos ya más tranquila, recuerda la recomendación que le había hecho y para darse cuenta que sólo era una mentira mira por su retrovisor. Pero no le mentía. Allí se encontraba un hombre con una cazadora con capucha y un hacha en la mano tumbado sobre el asiento trasero. Con un rápido movimiento de brazo decapitó a Denise con su hacha.
El cadáver de Denise fue encontrado pocos días después. No es el único caso que ha sucedido en las carreteras. Pero la policía nunca ha podido encontrar al asesino en serie. 

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